Manuel de Falla y unos músicos rusos en la Semana Santa de Sevilla
(y unos sevillanos en los ballets rusos)
Artículo publicado en Revista de Primavera. Sevilla 1993
Reseña de la presencia en la Semana Santa de 1921 de Manuel de Falla, Stravinski, el empresario Diáguilev y el bailarín y coreógrafo Massin. Detalles de la tragedia del bailaor flamenco Félix Fernández.
MANUEL DE FALLA Y UNOS RUSOS EN LA SEMANA SANTA DE SEVILLA
(Y UNOS SEVILLANOS EN LOS BALLETS RUSOS)
Tal vez la Madrugada del año 1921 pudo ofrecer el espectáculo de un especial grupo de amigos presenciando la salida del Gran Poder o el discurrir de la Macarena por su barrio: Manuel de Falla, Igor Stravinski, Federico García Lorca, Serguei Diáguilev y Massin, coincidieron en Sevilla aquella primavera.
Manuel de Falla viaja a Sevilla aquel año acompañado de unos amigos de Granada, entre los que muy bien podría encontrarse Federico García Lorca. Con toda seguridad se alojaría en el Hotel Royal, sito en la Plaza Nueva, el mismo en el que tiene fijada su residencia por aquellos años Gustavo Bacarisas y al que vuelve en otras ocasiones. Asiste a los oficios de la Catedral y escucha su capilla musical en la interpretación del Miserere de Hilarión Eslava. Allí le presentan al granadino Segismundo Romero, violonchelista principal de la orquesta del Teatro San Fernando y de la Capilla catedralicia así como profesor de música en la Sociedad Económica de Amigos del País, cuya escuela de música sería la antecesora del Conservatorio Superior de Música de Sevilla. Este encuentro daría lugar a una amistad de por vida entre ambos músicos y a la creación de la Orquesta Bética de Cámara.
También Falla presencia el desfilar de nuestras cofradías y queda impresionado por el sonido de los oboes y fagotes que acompañan a unas imágenes en la madrugada, sin duda la del Silencio. Seguro que también oiría a la Banda de la Sopa, la del Hospicio Provincial germen de la Municipal dirigida por Manuel Font, interpretando Amarguras, la marcha que sus hijos habían compuesto en 1919.
La amistad entre Stravinski y Falla, al que describía como aún más bajito que él y tan tímido y retraído como una ostra, es intensa y había nacido en la época en la que ambos residían en París antes de la primera guerra mundial.
También el gaditano tenía amistad con Diáguilev desde la misma época y ya en 1916 el empresario ruso visitó Andalucía en donde contrató a la bailaora Angeles Morillo para incorporarla a su compañía de los ballets rusos. Diáguilev quería entonces hacer un ballet de Las noches en los jardines de España. A Falla no le agradaba ver esta música, tan minuciosamente elaborada y con el pensamiento puesto exclusivamente en su interpretación sinfónica, sirviendo de fondo a las evoluciones de los bailarines. A cambio, le propuso al empresario ruso componer un ballet, El sombrero de tres picos, que primero fue estrenado en Madrid bajo la batuta de Joaquín Turina como pantomima con el título de El corregidor y la molinera.
La propuesta fue llevada a la realidad con enorme éxito. La coreografía se le encargaría a Massin que precisaba de un mejor conocimiento de la danza española para poderla llevar al escenario. Para ello contactan con Félix Fernández García, alumno de Molina, que enseña a Massin todos los pormenores del baile flamenco. Ellos dos con Falla y Diáguilev recorren media España en la búsqueda de datos y elementos que incorporar al proyectado ballet. Al mismo tiempo la bailaora Pepita Ramojé, una muchacha de extraordinaria belleza que otro empresario ruso de poca monta le presenta a Diáguilev en Sevilla y que le cambió el nombre por María Dalbaicín, recibió preparación de una de las primeras bailarinas rusas para poder interpretar el papel de la mujer del molinero en El sombrero. También se le encomendó, más adelante, la interpretación de la Danza árabe en el Cascanueces de Chaikovski.
En Sevilla, Diáguilev y Stravinski comparten su admiración por las corridas de toros. Por Pastora Imperio, ya gruesa y madura, de forma irrefrenable. Por las más de cincuenta tapas que ofrecen en la Venta de Antequera, por el arte flamenco, la Semana Santa, la manzanilla y Chaikovski del que interpretaban una y otra vez en un piano vertical que había en el hotel Alfonso XIII, en donde están alojados, la partitura de La bella durmiente. Más tarde Diáguilev utilizaría esta música para uno de sus ballets bajo el título de La princesa durmiente.
Por entonces Stravinski acaricia el proyecto de componer una ópera, Sevilski Bradobréi [1], con una participación especial de guitarras y castañuelas y que incluiría una corrida de toros.
Diáguilev y Stravinski abandonan la idea del barbero por considerar la música flamenca perfecta en sí misma. El empresario entonces se decide a organizar un Cuadro flamenco para presentarlo en París, en el Gaieté Lyrique, y en Londres. Con el visto bueno de Picasso le encargó a Juan Gris la realización de los decorados, pero inmediatamente se presentó el malagueño en el domicilio del ruso con unos dibujos ya hechos que no eran sino la adaptación de uno de los proyectos rechazados para Polichinella.
En la Venta de Antequera, ayudado por los excelentes almuerzos, Diáguilev convence al empresario londinense Cochran para que lleve su Cuadro Flamenco al Prince’s Theatre. Hasta allí iría el rey Alfonso XIII a los cuatro días de su estreno en Londres aplaudiendo calurosamente y mostrando especial interés por la belleza de María Dalbaicín que fue invitada a bailar a la noche siguiente en la embajada española.
La selección de los artistas que componían la compañía, para los que el tiempo o el dinero tenían una dimensión muy alejada de la realidad del empresario ruso, y la negociación de las condiciones se convirtió en un infierno: acudían cada noche a una sala privada de un cabaret flamenco muchos gitanos que, en el fondo, no tenían intención ninguna de firmar un contrato o salir de España. Prueba de ello es que la mayoría de los que, por fin, firmaban un contrato, al día siguiente exigían el doble y además no estaban dispuestos a marchar si no era con su amiga o su amante. Algunos llegan un día muy irritados por considerarse engañados al habérseles ocultado que para ir a París tenían que cruzar el océano, como les había informado …el barbero de la esquina. Finalmente María Dalbaicín, Ramírez, Macarona, Malena, Vez, Estampillo, Manolo el Huelvano, Minarita, Rosario, La Rubia, Rojas, El Tejiro, la enana Gabrielita y Maté el sin pies (que se desplazaba en un carrito con ruedas y luego interpretaba un zapateado con sus muñones) integrarían la compañía que actuó con gran éxito en París y Londres.
Por su parte, Félix, tuvo un trágico final. Sin que se sepan bien las causas el coreógrafo y bailarín Massin sustituye a Félix en el último instante en la interpretación del personaje principal masculino de El sombrero de tres picos lo que altera de forma irreversible al español. Tres meses antes de su estreno en Londres, Félix es detenido por la policía al hallarlo bailando furiosamente en las gradas del altar de St. Martin’s-in-the-Fields, declarado demente y recluido en un hospital británico durante 23 años hasta su muerte.
[1] En ruso, El barbero de Sevilla